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La Gran vida
UNA RAZÓN PARA SEGUIR

Martín, un conductor de autobús, ha decidido suicidarse. A sus treinta y tantos años se siente fracasado en todos los aspectos de su vida. Cuando está a punto de tirarse por el puente un individuo llamado Salva lo intenta retener.

La primera reacción de Martín es mandarlo a paseo. Piensa que es un buen samaritano que quiere hacer el bien al prójimo o algo así.

Pero las intenciones de Salva son otras: le quiere proponer un negocio. Si está decidido a suicidarse, por qué no "retrasar" su muerte un par de semanas... Él le proporcionaría el contacto con unos prestamistas que le darán un millón de dólares. Martín podrá darse "la gran vida" durante ese tiempo disfrutando de los placeres de la vida y "despidiéndose" adecuadamente de su existencia.

Transcurrido el plazo, los prestamistas apretarán el gatillo por él. Naturalmente, Salva recibirá un 15% de la operación. Martín, después de pensárselo, accede... En el fondo, no tiene nada que perder.

Los prestamistas, efectivamente, le conceden la cantidad de dinero solicitada, y Martín comienza una vida de lujo y desenfreno. Contrata a Salva como contable, profesión a la que se había dedicado antes de que le fueran mal las cosas, y establece una relación de amistad con él.

Hoteles de lujo, comilonas, trajes y coches caros, chicas guapas y fiestas se convierten en el día a día de Martín. Pero una noche, en una fiesta, conoce a Lola, una chica muy especial. Es una camarera rebelde e independiente de la que se enamorará.

Martín, desoyendo los consejos de Salva, va tras Lola y la seduce, pero el tiempo transcurre y los prestamistas tienen que cobrarse la deuda...

Antonio Cuadri narra cómo se gestó la película: "en el verano del 97 mi buen amigo Alex Ortoll y yo fabulábamos con la historia de un pobre suicida que inicia un aprendizaje mitad Fausto mitad Ceniciento cuando decide pedir un préstamo a la mafia de 100 millones para disfrutar de los placeres de la vida durante una semana y pegarse después un tiro, o que se lo peguen... La verdad es que tres años después me siento un poco como Martín, nuestro protagonista de La gran vida, y es que confieso que no me importaría ser millonario, porque pienso, como nuestro admirado Groucho Marx, que hay muchas cosas en la vida más importante que el dinero, pero ¿cuestan tanto?".

"La diferencia con el personaje encarnado por Carmelo Gómez es que han sido cerca de 800 millones de los que me siento "culpable" de haber involucrado en esta historia; que no pienso tirarme por un puente al final, pase lo que pase; y que gracias a Dios mi vida no corre peligro porque César Benitez es muy buena gente y asume reisgos... espero".

"Siempre imaginé la historia de La gran vida con música. Esto dicho así puede resultar una obviedad porque todas las películas contienen música en su banda sonora en mayor o menor medida. Me explicaré: lo que quiero decir es que además de las secuencias estrictamente musicales que describía el guión, además de las canciones que después fui incorporando para vertebrar la narración y de toda la atención -casi obsesión- que un músico frustrado como yo pueda dedicarle a "eso que suena" de fondo, además de todo eso... hay algo más".

"Yo me planteaba hace meses, antes de rodar la película, entre otras muchas, una cuestión importante a la hora de contar la historia. ¿Cómo mostrar a un personaje que se revela, se enamora, siente miedo, ríe, llora... sin una música muy especial? ¿Cómo contar a los espectadores que Martín, nuestro protagonista de La Gran Vida, descubre que la vida puede ser una melodía agradable de tararear, una fiesta, un sitio de paso -pero divertido- sin que en algún momento termine sonando "la" canción, esa que nos obliga a sacar a bailar a nuestra pareja... aunque sea en la parada del autobús?"

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